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El barbero de Silves

Imanol se había prendado del sitio pero no sabía si pasar. Ya a la tercera vez que hemos pasado por delante y he visto que eran tres euros por afeitar, le he dicho "te invito". Mira, cuando veo que se levanta, con la pata quebrá, el brazo gurrumiñao y la chepa, yo pensando "me lo desgracia. Le abre aquí la garganta en canal..." El caso es que tampoco me he fijado si la navaja era nueva o la sacaba de un cajón lleno de mierda. Cuando ha terminado (todo un profesional a pesar se su condición) le he dado los tres euros y uno de propina. El hombre me agarraba y atusaba la mano entre las suyas como si fuese una santa. Pobriño, si se ha abrochado la bata como medio ha podido y la tenía hecha jirones... Cuando nos íbamos me dice Imanol, "si viviésemos aquí, me pasaba todos los días un ratito y le iba arreglando la barbería". Pobrecico, a ver si a algún mozo del pueblo se le ocurre la misma idea. Yo por el momento os invito a que si venís a Portugal os paséis por Silves y le hagáis una visitilla. A cinco euros el corte de pelo. Una ganga oiga.

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